viernes, 30 de octubre de 2009

LA MACHINCUEPA

Sólo en grupo sobreviviremos. En conciencia de que yo soy tú y cada persona que visita nuestra biografía nos conforma definitivamente. Sólo múltiples existimos, sonamos. Y más en una marabunta de seres, accidentes y pantallas multitudinarias —el posmodernismo ha creado la totalidad del vacío, la comodidad del universo al alcance de la mano que, de tan inmediato, tan fácil, conlleva a la parálisis, la irreflexividad, que es muerte— donde sólo un grito fuerte podrá interrumpir el cauce del caos, hasta mirarse destacado.
Nos hemos creído la mentira de que los discursos ya han terminado, de que la preocupación política, la lucha ideológica y el arrojo revolucionario son realidades anacrónicas a nuestro mundo de simultaneidad pacífica. Lesión gravísima. No hay panorama más hostil a las humanidades, el pensamiento y las artes que éste: vivimos en los dientes de Moloch, quien ha tenido la delicadeza de fingirse una realidad acolchada; quien ha hecho de la degradación y el vencimiento de las resistencias un espectáculo más de la Gran Pantalla, Pater Omnipotens de nuestro nuevo pensamiento teledirigido, confortablemente facebookero, informal.
Pero es la agilidad la que nos hará libres: el mundo es de los audaces. Y no es necesario lanzarnos a una guerra colonial para conquistar la galaxia, pues existen mil maneras de asombrarse, abalanzarse sobre las capitales de los cinco continentes sin violencia, sin agresión, como un gesto completamente positivo y creciente: siendo magníficos, estetas, pensadores cósmicos que se asumen integrados por Platón, Jesucristo, Lautremont y Arqueles Vela, hijos del tiempo conformados por todos los tiempos, dueños del conocimiento universal sin ejercer posesión capitalista, individualista, sino hermandades.
Y son los medios virtuales, de amplia difusión nunca antes vista, la mejor herramienta para las oposiciones modernas. Las neo-revoluciones han de ejercerse con los recursos desplegados de la época contemporánea. Las macrocomunicaciones deben resultar informativas, y no saturadoras, canales de confusión, como lo quieren las derechas y la ideología dominante. Las macrocomunicaciones son la posible realización del sueño de Bolívar, de una América hermanada, configurando un orbe auténtica y libremente panhispánico —por ponernos a hablar de latitutes inmensas, de gorduras, de venas importantes de lo que nos corresponde: vivir.
Por eso queremos un espacio de pensamiento crítico, libre, abierto. Donde todos sean protagonistas, porque en el Gran Teatro del Mundo no existen los personajes incidentales: cada cual es portador de una magnitud, de una riqueza irrecuperable en tanto que no hay dos narices iguales en el universo. Donde todos sean escritores y lectores, y no exista el Autor sino los comunicantes múltiples compartiéndose los unos a los otros hasta conformar la Sociedad, la Unidad de los millones de rostros, la Orquesta Definitiva donde cada cantante a la vez escucha, conmueve y se conmueve, y se realiza invitando a los demás a su realización.
Un espacio para la indagación, la puesta en duda, el ensayo, la poesía, el trabajo de pensar incesante y responsablemente. De colaborar entregando. Y recibiendo. En un oleaje natural donde las voces se entrecruzan.
La Machincuepa es eso: un brinco deforme que tiene todo de entusiasmo y nada de planeo. Un arrojo que irá tomando forma y sentido sólo en el aire, sólo después de efectuado. Un accidente con propósito de ser voluntad, un perpetuo río de intercambios donde William Blake y Carlos Santana compartan un habano.
La Ciencia rupestre es eso: un laboratorio de reflexiones donde no existe la preescritura, ni el rigor exclusivista del método, sino la duda perenne, el pálpito que no dejará de ser mientras el hombre respire y padezca. Un esfuerzo sin ataduras y con el mejor de los ánimos de ser la excelencia.

El asunto es esto: Muro de pláticas popular, donde todos postean, todos publican, todos comentan, todos leen, todos piensan, todos consideran, todos dudamos. Ninguno queda conforme hasta tallar el último resquicio del limón. Ninguno queda conforme, y vuelve a preguntar, postear, publicar…
Yo pinto.
Tú pintas.
Él pinta.
Nosotros pintamos.
Ustedes pintan.
Ellos borran.

¿Qué pasó, qué pasó? La policía llegó. Favor de no dejar de lado a Manu Chao —entre otras ballenas del atrevimiento.
No será quedarse maniatados la respuesta más inteligente.
Bienvenida la violencia constructiva.

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