martes, 29 de diciembre de 2009

La feria II

28 de diciembre. En Pino Suárez se suben los fieles. Una madre con sus 8 niños, todos inquietos, todos pisan el metro con absoluta seguridad, todos traen a San Judas en la playera y en las manos. “Mete un metro en el boleto anaranjado y a media realidad te bajas, qué país”. Esto es el centro de Tochotitlán. En Allende se pierde la visión del santo; él va pasandito, a San Hipólito. Ya estamos en el mero ombligo de la Luna. ¿Qué encuentra el hombre en un centro astral? Vimos una pista de hielo, un pabellón de guerras de nieve, un tobogán de invierno. Vimos a los niños arrojándose masas frías, cascos azules contra cascos rojos, a pesar de que acá sólo nieva en los cerros altos. Vimos el viejo palacio de gobierno, la catedral en hundimiento contra la piedra blanda. Vimos las gradas repletas a los costados de la pista, la circulación instintiva de los patinadores. Vimos la síntesis de México: todo azarosamente unificado, todo esquizoidemente segmentado.

En Bolivar y Carranza llegaron todos los vagabundos de la ciudad en un solo cuerpo y con una baraja española. Al puro talón, le dimos dos pesos y medio en vez de los diez que pedía. Claro que nos confronta, ¿qué sería de nosotros si no lo hiciera? Y dice: “Los españoles, son los enemigos de él”. Entonces, en incomprensible ignorancia, preguntamos: ¿Cuáles españoles? Y apenas aterrizado, con los ojos floreciéndole, ulula: “No tienes idea de lo que es vivir en sueños”. Al instante, despega y discurre: “Los españoles, porque no creen que yo les pueda sacar los ojos, ellos son sus enemigos de él.” Enseña un cuatro de oros y desaparece con dos cincuenta.

La noche se deja venir. Desde el Eje Central atestiguamos la altura de una radiante rueda de la fortuna. A un costado de la Alameda, media Avenida Hidalgo fue ocupada por la feria. San Judas reaparece bien escoltado, filas de diez o más creyentes vienen abriéndose paso entre la multitud, todos con la estopa en sublimación. Son jóvenes, aunque varios son más bien niños, quieren subir a las máquinas más huevudas, al Júpiter, dios indiscutible de la feria, que te trepa bien alto con violencia, te pone patas parriba y luego te arranca del cielo en caída curva.

La música es múltiple. Cada estructura chirría a su modo, pero la mezcla de las canastas manda. Las muchachas suben al juego, toman asiento y comienzan a girar alrededor del gran motor. Los encargados rielan de pie entre las canastas, se suben en ellas, de madrazo las giran sobre su propio eje, están bailando. Las muchachas gritan, se ven lindas. La mezcla truena, puro electro bien tupido. Hay casas de terror de dos pisos con un brazo mecánico enorme que se extiende hacia fuera, que sube y baja, que sostiene una cabeza humana. Por sus balcones salen los carritos mecánicos, los niños saludan hacia abajo y entran de nuevo al terror de segunda mano.

Veinticinco lanas para subir a la rueda de la fortuna. La canastilla se eleva en la noche mexicana. Todo se trastoca. No hay ficción. Bretón estaba equivocado, México no es un país surrealista. Bienvenido a esta otra ciudad luz, cariño. La Avenida Hidalgo hierve, es río eléctrico, los autos fluyen despacio. Hacia Reforma, los espectaculares de neón vibran con Coca-Cola y Corona; parece que nadie extraña a la región más transparente. Un mendigo de caricatura pasa, parece de caricatura, pero ¿caricatura de quién? De él mismo y de paso, de todos. Estuvimos en su pecho, dentro de su inverosímil ropa, nosotros, sin olvidar a uno sólo, le dimos aliento. El mendigo pasa y está vivo, respira e inhala del nudo que lleva en el puño. La cúpula de Bellas Artes y la Latinoamericana son siluetas, la luminosidad de la feria las opaca. Todo humea, este espectáculo humea, eso se ve sólo desde arriba. Tres motonetas hieren la avenida a todo volumen, fieles del santo, llevan la confianza del chingón, las cabezas erguidas, teñidas de colores sin nombre, rapadas en la nuca y costados, con figuras zigzaguentemente alucinadas. Allá arriba estuvimos pensando esto es la ciudad de México, la ciudad de México en México, la ciudad de México en Latinoamérica, etcétera. Pensamos esto es México, México en una laguna, en la laguna un nopal, etcétera. Allá arriba vimos al santo de las causas perdidas y vislumbramos el porqué de tanta devoción. “Ruega por mí, estoy solo y sin ayuda. Te imploro hagas uso del privilegio especial que se te ha concedido, de socorrer pronto y visiblemente cuando casi se ha perdido toda esperanza.”¿Qué otro santo para nosotros?

Por supuesto que no es todo. Hay más. Esto es Tochotitlán. La guadalupana ya milagreó demasiado y a nosotros no deja de faltarnos. Por eso tenemos también a Jesús Malverde, a la Niña Blanca, la Santa Muerte.

Cierto, nuestra rueda de la fortuna quedó estática en la cima.

jueves, 10 de diciembre de 2009

La feria

A casi un año para que se realicen las celebraciones conmemorativas del bicentenario del movimiento independentista en México así como el centenario de la revolución −también nacional− a muchas personas nos inquietan una serie de cuestiones: ¿qué es lo que celebramos?, ¿bajo el nombre de quién el gobierno gasta los impuestos de los contribuyentes en decoraciones alrededor de la plancha del zócalo capitalino?, ¿es Felipe Calderón el mayordomo de este año?

Para la primera pregunta hay que poner atención a los últimos sucesos del país. Es obvio, México celebra su autonomía; celebra ser un país que posee una total libertad de detener su desarrollo a largo plazo con medidas efervescentes y fugaces. Un ejemplo, la desaparición de Luz y Fuerza del Centro. Muerto el perro se acabó la rabia; sin embargo, este acto representa un totalitarismo que responde a la necesidad de destripar una plataforma que la misma revolución mexicana forjó. Porque, ¿quiénes son los protagonistas sindicales, económicos y políticos sino aquellos que jugosamente se aprovecharon del revuelo antiporfirista? Resultado: castigar la REVOLUCIÓN.

Los mexicanos creen que la tierra es de las gentes de razón y uno de los motores del movimiento revolucionario fue la repartición de las tierras. Eso no es un hallazgo mío, lo apunto por el simple hecho de seguir tratando de responder la pregunta, ¿qué celebramos?: ¿el triunfo de los ideales zapatistas? En nuestros días, las familias llevan en sus hombros la preocupación de pagar incrementos económicos mensuales (estipulados constitucionalmente) por vivir en un país como el nuestro. Y no lo digo con desprecio, «es un gran honor ser mexicano» dicen las muchachas guapas en la tele cuando sería mejor decir: «qué gran orgullo vivir dignamente en México», porque quién que se diga mexicano (alburero, matalascallando, alegre, parrandero, etcétera) conoce todas las maravillas naturales que presumimos a toda hora.

Y es que la famosa frase que canta: «como México no hay dos» quizás y sea una de las grandes mentiras nacionales; ya que, en efecto, uno es el país que día a día vivimos y otro muy distinto al de la idea de nación que los movimientos históricos han edificado con ayuda de emblemas y héroes que se superan unos a otros.


Mi nombre es Rafael Acosta Juanito, señor. Tengo todo para gobernar porque conozco los problemas de Iztapalapa, porque desde hace treinta años he luchado por las familias de esta delegación y porque no soy un ladrón como todos los demás políticos. A mí no me da pena decir que he dado bola o vendido chicles. Y por supuesto que sí señor, si las cosas salen como hasta ahora, y Dios quiere, nos vamos a buscar la presidencia de México.


De modo que es totalmente acertado el que México celebre su revolución, que alumbre y cante a la patria, a la nación, los emblemas cívicos, al símbolo de la unidad y de justicia que hace de nuestra patria la nación independiente, humana y generosa, a la que le entregamos nuestra existencia. Y cómo no celebrarla, si al hacerlo se difunde una noción de historicidad que la hace parecer cosa resuelta, cuando la verdad es que la revolución todavía no termina; duerme, y ante el más mínimo bostezo intentamos mirar a otro lado pues hoy en día la revolución, como cualquier otra cosa, está tan al alcance de nuestra mano como un artículo a doce meses sin intereses.

Pero, ¿a nombre de quién el Ejecutivo hace tal despilfarro de dinero? No hemos echado números, nomás se los dejo al costo: 60 millones de dólares será el precio de una noche de parafernalia y algarabía a cargo de una empresa norteamericana de nombre Autonomy. Bonito nombre para la ocasión.


Lástima que todo ese alboroto de las luces en el Zócalo no haya caído en los días de San Judas. Aunque de todos modos a la hora que paso por la pancha todavía no prenden los focos de Catedral ni Palacio Nacional. A ver si a la Yaya se le ocurre tomarle una foto a todo el argüende, ella que tiene que ir a todo eso por cosa de la escuela.


El palimpsesto en la escritura de la Historia no es sino el producto de la resina que cubre otra resina que a su vez se oculta con resina. Y es que mientras el continente latinoamericano avanza con pasos constantes hacia el reforzamiento de los andamios que aún sustentan su techo ideológico-social, México no sólo celebra la dependencia con los Estados Unidos Norteamericanosm sino también, una efervescencia revolucionaria parecida a la de principios del siglo XIX.

El politeísmo no erradicado de México, como algunos creen o afirman, exige un tributo a un mosaico impresionante de santos, independentistas y revolucionarios
(San Judas Tadeo, San Emiliano Zapata, San Villa). Es por eso que un carnaval de las proporciones como del bicentenario debe de tener una estructura donde la pluralidad de los mexicanos se sienta identificada con alguno de los segmentos logísticos del regocijo festivo. La celebración comprende circuitos de tránsito, conciertos, exposiciones artísticas, publicaciones de libros, propagandeo de biografías al estilo Enrique Krauze, máscaras, baile y todo el conjunto de elementos que la visten de mole y china poblana.

A todos está dirigida esta fiesta, pues tenemos tan endebles las figuras nacionales que como dicen: «cada quién le reza a su propio santo». El mismo San Elizondo el Salvador ya decía que el pueblo mexicano es antropológico en esencia; aquí no se castiga a la traición ya que no tenemos nada que traicionar. La ruptura de valores llegó a tal grado que la doble moral es el pan nuestro de cada día. Porque no nos reímos de nosotros mismos, ni aparentamos disfrutar la mala cara que tienen los precios y la corrupción. ¿Cuántas personas estarán viendo en este momento el torneo de clausura? Y sigue la yunta andando.


Se va llevar un premio el primero que me traiga un zapato, unas llaves o me diga el nombre completo de Benito Juárez.


No hay que olvidar que el presidente Felipe Calderón propuso una ley de ingresos o paquete económico (2% adicional al cobro de todos los productos de consumo) como estrategia para rescatar a los pobres de la miseria.
Así que la tercera respuesta ha sido una serie de caminos que parecieran no estar interesados en contestarla; sin embargo, puedo decirles que lo hice con la finalidad de llegar a la siguiente conclusión: la fiesta que México celebrará lleno de bríos y corazones alegres será pagada por los mexicanos. Lo anterior tampoco es una brillantes mía. Ustedes dirán: escritor estúpido, ¿creías que lo iba a pagar Carlos Slim, o qué?, pero sólo lo digo para aclarar dudas si es que hay un lector que recién se ha enterado de cuántos impuestos debe pagar un trabajador por ser productivo.

La feria que protagonizaremos en menos de 358 días ya se pone su vestido largo. Cada quién tiene una opinión sobre ella y ésta es la mía: no celebremos una revolución pues esta no ha terminado, hagamos una que en doscientos años se pueda recordar como una verdadera muestra de amor y respeto por el Norte, por el Sur, por Sinaloa y Tamaulipas, por Zapotlán, por la UNAM y por México.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Del autor colectivo

Escribo con reservas; nervioso y temerario a falta de la petulancia del autor cuya dignidad le inspira para escribir asuntos más dignos, bajo la defensa de una literatura metafísica, escapo de la punteria certera para dudar con candor de la actividad misma que aquí incerto. Aunque existe la certeza de que las reflexiones sobre el acto de escribir aquejan a todo sujeto dedicado a ello, no conozco alguno cuyas dubitaciones no se encarnen en una tradición considerada en la actualidad como ociosa o concerniente a los especialistas, principalmente porque los verdaderos problemas surgen de un horizonte que escapa a los enclaves históricos de la institución o, en su defecto, son tratados con pasión ciega incurriendo en usos negligentes que los fomentan. O quizá no.
La vacilación, carente de la rigidez de la duda, subyace aún en las expresiones más sólidas; pocas son las posturas que exteriorizan la conciencia del problema telúrico, tras cuya formulación debieran ir por mandato ético aquellos que nos exponemos a sus zozobras. A pesar de la falta de profundiad y extensión en nustro conocimiento (no se podría esperar otra cosa de nuestros tiempos) no hay argumento que deseche las soluciones que otorgan las facultades psiquicas otras que no han merecido, sino en terrenos románticos o nolstálgicos, justificación en el campo de la legitimidad, por más intentos buscados. Sea pues la exploración por medio de la intuición y del autorreconocimiento o aún de la inercia de los impulsos inconcientes encausados, para, de menos, formular explicitamente el problema: el autor. (Problema tratado vagamente en reciente coloquio)
La figura que otorga legitimidad al discurso en una sociedad cuyas relaciones de fuerza están instauradas por el capital, y la que dota de identidad, vacía o ambigua, ante el sujeto social del capital, es el autor. Claro que los discursos comprendidos en su realidad como mercancias alcanzan legitimidad por el valor que el mismo mercado usufructua de ellos, y que su identidad está dada por el uso, por la práctica, mas quién codifica, sirviendo de alcahuete, dichos accidentes, son las personas que lo dotan de trabajo, entidades cuantificables y cuyas cualidades son objeto de mitificación para una mejor exhibición en los aparadores.
La solución de muchos ha sido negarse a participar de la explotación capitalista, ignorando al mercado con la esperanza de aquel que está dotado de eternidad o, más divino, de impasibilidad: que el sistema actual de fuerzas peresca de inanición. Otros han optado por intentar inmiscuir la alteridad de sistemas de fuerzas, los marginales, en el paradigma capital. Sus esfuerzos, prolíficos, son inspiración.
Multitudes excluidas, condenadas de antemano al exilio, a la purga de las urbes habitadas por las entidades abstractas de la producción capitalista, los migrantes tejen el modelo que han estado siguiendo los narradores y poetas jóvenes. Sin embargo la geografía terrestre también niega aquellos puntos de exilio, los desiertos, ya sea por los riesgos de las bala congonesas o por la vigilancia de las torres petroleras, dejándonos el terreno amasado, reconocido, como una trampa, del internet. Entonces los artistas se vuelcan a direcciones innumeras, con la avidez del deshauciado empiezan a habitar espacios que construyen y habilitan para el ataque, la resistencia y el movimiento crítico de miles de sujetos hartos y activos. Olvidamos que la misma maquinaría fué quién nos dotó de los espacios, que su devenir se configura en la asimilación de las antítesis, y que, por más que lo aplacemos, habrá que descender una vez más a las calles, como parias o tal como los fantasmas productivos que nos precedieron.
Al menos que ejerzamos actividades enfocadas al problema.Tal la negación de autor, de los autores, encaminandonos junto con los artistas plásticos a la masificación de la experiencia artística- no con su producción, en cuyo caso estamos, cayendo en la apatía generada por la extensión infinita de información deslegitimada incluso por nosotros mismos pero a su vez fomentada con plena participación nuestra, sea: simios escribanos simulando ser Cortazar. Una participación en la colectividad de lo que Suely Rolnik llama "mundo como materia-fuerza": "sensaciones", vivencia, daseing, "experiencia vivida", que surge de la reconfiguración colectiva de los metarrelatos de legitimidad, aquellos discursos que servían como sistemas de sentido. Sería experimentar colectivamente la alteridad de las subjetividades, a la par que estas se construyen compartidas; la erotización del autor, la ruptura de su "yo", dolerá a los leopardos laureados en efigie, en el ejercicio lúdico que construye nuevas identidades y nuevos mundos, el ensanchamiento y la ruptura, con esfuerzo, de los horizontes: asomarnos, juntos, al pozo de lo otro con deseo de vértigo.
Felicito los intentos de las nuevas generaciones que caminan estos rumbos.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Primer Coloquio del Colegio de Letras Hispánicas


Los invitamos al Primer Coloquio de literatura "José Revueltas", que se llevará a cabo del 17 al 20 de noviembre. Este coloquio ha sido organizado por alumnos de letras hispánicas de la UNAM con ayuda de algunos profesores, a partir del interés por la reactivación de labores estudiantiles en el auditorio Justo Sierra / Ché Guevara.
Ojalá puedan asistir. Les dejamos el programa.
Para más información:
http://coloquiodeletrashispanicas.wordpress.com/

martes, 3 de noviembre de 2009

Miscelánea: De Mouriño, la política, el arte y demás.

Hay les va una clásica:

Arte y política

El 4 de noviembre se conmemorará la muerte de Mouriño en la colonia Molino del Rey (donde sucedió el avionazo). Según tengo entendido, había una placa luctuosa que dice: “A la memoria de quienes sirvieron a la patria con rectitud, lealtad y honestidad, y que perdieron la vida en cumplimiento de su deber en construcción de un México mejor.” (el que enuncia siempre es el mismo; yo te lo juro que yo no fui, seguro que tú tampoco, ¿tons quién chingá?). Para este aniversario luctuoso se construyó una Rosa de los Vientos, un monolito, que avienta una luz que llega a los 8 mil pies de altura. Ya, dicen que ya checaron que el flash no intervenga con otros vuelos. Por otra parte, en Chiapas, dos meses después del accidente, ya había un busto del mentado y en Campeche hay un boulevard en construcción que llevará el nombre del muertito.

Un mes después del siniestro, el escultor Ariel de la Peña ya tenía un busto terminado de Mouriño y lo ofrecía al gobierno. Hace poco le contestaron por correo electrónico que no les interesaba, que lo moviera entre los familiares… El busto en tamaño natural está en venta, cuesta 10 mil dólares. Ariel de la Peña, el “escultor de las estrellas”, es quien hizo un Pedrote Infante motorizado en Atizapán de Zaragoza, un dancing Tin-Tan en Acapulco, una estatua de la cantante Manoella Torres también en Acapulco, un Chavocho en cera, un Tomás Méndez (compositor, le debemos “Cucurrucucú paloma”) y una María de Lourdes (cantante) en Garibaldi, además de varias otras de “locutores ilustres”, más compositores, unas del museo de cera y un busto del abuelito del Palazuelos.

En entrevista con “Proceso”, refiriéndose al busto que hizo de Mouriño, De la Peña dice que él pretendía “esculpir al ser humano, al padre de familia. […] Como creador, me toca interpretar el lado humano y gentil de las personas.” De la Peña está conciente de la teoría del atentado contra el exsecre de gobernación, y agrega que en México se vive en una constante inseguridad “que se puede sobrellevar con dignidad, a través de la cultura y el arte; sin embargo, en su lugar hay displicencia por parte de nuestro gobierno para apoyar a los artistas.”

Ahora sí, un monchis de entre tantos:

Digamos, por ejemplo, y a ver a dónde llegamos: ¿qué función tiene un monumento público? Claro, poseen un valor histórico. También nos hablan de la historia que se elige como “oficial”, y esa es una sola, por supuesto, totalmente mutable y desmembrable. ¿Necesito mencionar la necesidad del desmembramiento y el cambio? Con respecto al arte, Ariel de la Peña es escultor, no hay duda. Allí están sus esculturas. ¿Artista? Se pone canijo. Decimos que Chespirito también es artista, igual el güero Palazuelos. La gente lo dice, la palabra se usa en ese sentido, difícil sería negarle el título a don Ariel. Pero, por ejemplo, en inglés hay una palabrita que me parece sirve muy bien: entertainer. Michael Jackson, quien aquí sería un artistototota, es uno de los mejores entertainers de EUA, en palabras de uno de sus productores musicales. Sin embargo, el término “artista” no deja de chocar en ciertos círculos académicos o “esnobs” cuando lo usamos para los “entretenedores” y similares, cuando pensamos en [tarolas taro taro taro la la la las]: el ARTE. Ese AAARTE es el culto, el grande, el magnífico, el canónico, el de los grandes valores, el de las grandes rebeldías, el mero-mero, el bueno, vaya, el bueno. Perfecto, sólo que, sinceramente, cada vez es más difícil creérsela.Habrá que hablar entonces del arte, uno más modesto, sincero y real, o mejor aún de diferentes artes artes aRTEs artes artes.

Dejando de lado esa cuestión, y aquí viene lo macizo: ¿qué tipo de arte queremos y por qué? La pregunta involucra a los interesados, los medianamente interesados, los poco interesados y, tal vez, hasta a los desinteresados. El más iconoclasta artista que haga su arte de impulso puro, en el aislamiento, en absoluta inconciencia, en autodestrucción, en carnaval, en psicotropía, en el más pánico estado pánico, al presentar su obra como arte o al ser interpretada por alguien más como tal, genera sentido, genera un concepto. Pareciera que todo busca un nombre, y de no ser cierto, de cualquier forma se lo achacamos. El “arte por el arte” cada vez más se nos aparece más como proyecto quimérico que como proyecto realizable. Considerarlo proyecto realizado es más capricho que otra cosa. Es imposible desconectar la obra del mundo. Habría que, por ejemplo, no escribir o no pintar, y aun así tenemos el archifamoso caso del silencio de Rimbaud, que algunos críticos interpretan como el silencio necesario, inevitable, después de las cimas inefables que Rimbaud supuestamente alcanza en sus Iluminaciones. Dicho diferente, dado que las palabras no son capaces de poder decir lo que el artista desea decir: silencio. Ya, hecho: el silencio se ha interpretado, se ha cargado de sentido, y todo pensando en términos de arte. Como sea, artísticamente en silencio o no, lo que Rimbaud hizo en sus últimos años fue traficar armas y vender mercancía, no publicar.

Entonces, ¿qué arte construir? Peor aún, ¿deseamos construir un arte que pretenda no reflexionar sobre su sentido?, ¿deberíamos ponernos de acuerdo sobre eso y si sí, entre quienes se llega a tal acuerdo? Pepe Revueltas propone un arte profético, entendiendo profecía como expresión o canto que advierte o devela la realidad en un sentido político. Para Revueltas el arte muestra y advierte, conlleva un compromiso político; pero, según Pepe, no altera el mundo, es incapaz de cambiarlo fácticamente, tal potencia corresponde a otros organismos de la cultura. ¿Será? Lo cierto es que el arte dialoga siempre con la realidad.

Personalmente, prefiero que dialogue a la brava, con intención de cimbrar (le dijeron a la muchacha: si no sientes que patea no traes nada). No tenemos por qué imponer una idea de arte sobre otra. Pero la reflexión al respecto es indispensable. Eso nos salvaría de montones de obras que sólo pretenden ser ARTE. Y ya de plano, erizeando y acarrerado, la poética de don Ariel de la Peña está flaca, expresar el “lado humano y gentil” de las personas es demasiado limitado y me huele más a querer quedar bien, a menos que al decir lado humano se refiera más bien a “lados humanos”, un poliedro casi esfera.

En fin, últimas notas.

Que la mamá de Mouriño compre el busto, porque yo no le llego a los 10 mil y allí en su casa funciona mejor, en todos los sentidos posibles.

La neta, el Pedro Infante de Ariel de la Peña está bien chingón.

Don Ariel: póngase chango con lo que elige esculpir.

Dicen los Tigres con el compositor Teodoro Bello: “se cayó un gavilán / los pollitos comentaron / que si se cayó solito / o los vientos lo tumbaron”. Dicen también: “porque se soltó la perra / todo lo vino a regar / entre todos los granjeros / la tenemos que amarrar.” Y ahora sí que ya rugiste. Vean el video que dejo:

http://www.youtube.com/watch?v=hZDAjHI1BVY&feature=fvst

Vale.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Last man on earth (1964) de Ubaldo Ragona y Sidney Salkow

Primera adaptación de la novela "I am Legend " de Richard Matheson. No tiene subtítulos.

viernes, 30 de octubre de 2009

LA MACHINCUEPA

Sólo en grupo sobreviviremos. En conciencia de que yo soy tú y cada persona que visita nuestra biografía nos conforma definitivamente. Sólo múltiples existimos, sonamos. Y más en una marabunta de seres, accidentes y pantallas multitudinarias —el posmodernismo ha creado la totalidad del vacío, la comodidad del universo al alcance de la mano que, de tan inmediato, tan fácil, conlleva a la parálisis, la irreflexividad, que es muerte— donde sólo un grito fuerte podrá interrumpir el cauce del caos, hasta mirarse destacado.
Nos hemos creído la mentira de que los discursos ya han terminado, de que la preocupación política, la lucha ideológica y el arrojo revolucionario son realidades anacrónicas a nuestro mundo de simultaneidad pacífica. Lesión gravísima. No hay panorama más hostil a las humanidades, el pensamiento y las artes que éste: vivimos en los dientes de Moloch, quien ha tenido la delicadeza de fingirse una realidad acolchada; quien ha hecho de la degradación y el vencimiento de las resistencias un espectáculo más de la Gran Pantalla, Pater Omnipotens de nuestro nuevo pensamiento teledirigido, confortablemente facebookero, informal.
Pero es la agilidad la que nos hará libres: el mundo es de los audaces. Y no es necesario lanzarnos a una guerra colonial para conquistar la galaxia, pues existen mil maneras de asombrarse, abalanzarse sobre las capitales de los cinco continentes sin violencia, sin agresión, como un gesto completamente positivo y creciente: siendo magníficos, estetas, pensadores cósmicos que se asumen integrados por Platón, Jesucristo, Lautremont y Arqueles Vela, hijos del tiempo conformados por todos los tiempos, dueños del conocimiento universal sin ejercer posesión capitalista, individualista, sino hermandades.
Y son los medios virtuales, de amplia difusión nunca antes vista, la mejor herramienta para las oposiciones modernas. Las neo-revoluciones han de ejercerse con los recursos desplegados de la época contemporánea. Las macrocomunicaciones deben resultar informativas, y no saturadoras, canales de confusión, como lo quieren las derechas y la ideología dominante. Las macrocomunicaciones son la posible realización del sueño de Bolívar, de una América hermanada, configurando un orbe auténtica y libremente panhispánico —por ponernos a hablar de latitutes inmensas, de gorduras, de venas importantes de lo que nos corresponde: vivir.
Por eso queremos un espacio de pensamiento crítico, libre, abierto. Donde todos sean protagonistas, porque en el Gran Teatro del Mundo no existen los personajes incidentales: cada cual es portador de una magnitud, de una riqueza irrecuperable en tanto que no hay dos narices iguales en el universo. Donde todos sean escritores y lectores, y no exista el Autor sino los comunicantes múltiples compartiéndose los unos a los otros hasta conformar la Sociedad, la Unidad de los millones de rostros, la Orquesta Definitiva donde cada cantante a la vez escucha, conmueve y se conmueve, y se realiza invitando a los demás a su realización.
Un espacio para la indagación, la puesta en duda, el ensayo, la poesía, el trabajo de pensar incesante y responsablemente. De colaborar entregando. Y recibiendo. En un oleaje natural donde las voces se entrecruzan.
La Machincuepa es eso: un brinco deforme que tiene todo de entusiasmo y nada de planeo. Un arrojo que irá tomando forma y sentido sólo en el aire, sólo después de efectuado. Un accidente con propósito de ser voluntad, un perpetuo río de intercambios donde William Blake y Carlos Santana compartan un habano.
La Ciencia rupestre es eso: un laboratorio de reflexiones donde no existe la preescritura, ni el rigor exclusivista del método, sino la duda perenne, el pálpito que no dejará de ser mientras el hombre respire y padezca. Un esfuerzo sin ataduras y con el mejor de los ánimos de ser la excelencia.

El asunto es esto: Muro de pláticas popular, donde todos postean, todos publican, todos comentan, todos leen, todos piensan, todos consideran, todos dudamos. Ninguno queda conforme hasta tallar el último resquicio del limón. Ninguno queda conforme, y vuelve a preguntar, postear, publicar…
Yo pinto.
Tú pintas.
Él pinta.
Nosotros pintamos.
Ustedes pintan.
Ellos borran.

¿Qué pasó, qué pasó? La policía llegó. Favor de no dejar de lado a Manu Chao —entre otras ballenas del atrevimiento.
No será quedarse maniatados la respuesta más inteligente.
Bienvenida la violencia constructiva.